Utopía en la isla.

Otra vez, vuelvo a despertar. Tendido sobre las cálidas tierras del trópico. Como de costumbre, ya no necesito despertador, me alcanza con el alba.

 Desprovisto tanto de comida como de vestimentas, me dispongo a ir en búsqueda de algo para almorzar. En camino al volcán choco con una planta, de la cual colgaban frutas. Estas me servirían de almuerzo por hoy.

Por la tarde, me dictamine en ir al mar con la intención de que la suerte este de mi lado y logre pescar algo para la cena. Ya sentado en la orilla, observando el horizonte, me atreví a recordar cuando llegué a la isla ¡Malditos!- Grité- de saber que no regresarían por mi me hubiera despedido de Michi. Las personas que dicen que la mejor compañía del hombre es el perro, ha de ser porque nunca tuvieron un gato como el. El si que me entendía... Y como lo extrañaba.

De repente, escuche un ruido. Era un barco. Corrí, corrí con todas las fuerzas de aquel que teme obtener esperanza. Y ya cuando el barco siguió su curso sin prestar el mínimo de atención en la isla suspire de alivio. ¡Que miedo que sentí! Me horrorizaba la idea de que me rescaten y verme obligado a regresar a la vida en la ciudad. Con sus días invariables y su rutina tan mortal.